jueves, 23 de mayo de 2013

Hoy en día, Picasso es más rico y más famoso que cualquier otro artista que existió hasta el presente. Sus ri­quezas son incalculables. Citaré sólo uno de sus tesoros: posee una colección de varios cientos de sus propios óleos, que fue guardando durante todas las épocas de su vida. Esta colección —a los precios actuales— debe valer entre los cinco y los veinticinco millones de libras esterlinas. El año pasado, uno de sus gouaches (técnica pictórica que suele pagarse menos que el óleo), de unos 65 por 95 cen­tímetros, alcanzó en subasta las 80.000 libras. Bien es verdad que esta obra fue pintada en 1905, durante la llamada época azul, que, por haber tenido como tema patético a los pobres, ha sido siempre la predilecta de los ricos. Pero un bodegón pequeño y muy corriente, pintado en 1936, sobrepasó hace poco las 10.000 libras. Como la colección de sus propias obras, poseída por el autor, consta como mínimo de quinien­tos cuadros, muchos de ellos mayores y más importantes que dicho bodegón, vendríamos a tener, cuando menos, los cinco millones de esterlinas. Por supuesto, las obras habrían de ven­derse con discreción, no lanzarlas al mercado de golpe. Poco después de la Segunda Guerra Mundial, com­pró una casa en el sur de Francia y la pagó con un bodegón. 
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Cuanto desee poseer puede adquirirlo sólo con dibujarlo.
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(Fama y soledad de Picasso. John Berger, 1965)