jueves, 29 de octubre de 2009

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Supe que serías feliz cuando vi que llegabas tarde.


domingo, 11 de octubre de 2009


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Tras mucho tiempo de trabajo y sobre todo unos últimos meses puliendo y ultimando, el poemario queda cerrado. Ha sido complicado y me ha llevado bastante más tiempo del que en un principio estimé pero ha sido precisamente el detenerme y no dejarme llevar por las ganas de rematar lo que me hace estar muy satisfecho con el resultado final.

Dejo aquí cuatro poemas descartados casi al final del proceso.



(Cardiff, Enero de 2006)


Tienen vaho las ventanas
y las he escrito.
Como un niño pequeño
he ido trazando
un poema con mi dedo
para que lo leas luego
cuando salgas de la ducha.
Para que des una tregua
a este tiempo
y le perdones sus olvidos.
Para que me la des a mi,
y me perdones, también.
Para que te merezca la pena
estar viva,
haber estado
en la ducha
en ese momento,
en esta ciudad,
en esta habitación,
ahora
y conmigo.





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Pasados ya los momentos íntimos
de las noches en que nos conocimos
y creyendo el mundo descubierto en mis poemas,
no tengo nada más que escribir, no hoy.
Sólo momentos vanos de mi infancia
que poco tienen ya que ver conmigo
en esta hora tan triste y tan difícil
que no acierto a vivir.

Y aun así con que ansia
se aferra a mí,
y cuanto la echo en falta.

Aun te espero,
triste palabrería
aun te espero.

En las madrugadas sin argumento,
las del mar y las fotos familiares,
la memoria, el levante y los poemas:
porque existió un momento en que te miré,
luz en mi luz, nada en mi nada.

Y qué voy a decir que no conozcas ya de mí,
nunca supe bien como sobrevivir
cuando me quedo solo.



(Madrid, 2007)


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OTOÑO DEL 36
A mi abuela Asuncion.



Llevaba calcetines blancos cuando estalló la guerra,
calcetines blancos, faldita gris, chaqueta negra,
por las calles empedradas de la vieja Plasencia.

Su mamá la esperaba en el rellano de la puerta.

Papá había muerto de un tiro en la cabeza,
llorando como un chiquito y gritando
orinándose encima de tanto miedo,
implorando clemencia.

Su mamá la esperaba,
en el rellano,
también muerta.

Gilipollas el hombre, gilipollas la tierra,
gilipollas España, rojos y azules de mierda.
Y gilipollas tú, Papito, por morirte en la guerra.




(Plasencia, 2008)


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El camino te ha dejado aquí, ahora
en este poema.
Has sido niño, que no es poco,
has viajado y ha llovido,
hiciste el amor y te besó con dulzura
cuando llegaste empapado,
viste la ciudad desde un edificio alto
y alguien desconocido te sonrió en la calle.

Has llegado,
bien,
dos mil y pico, nosecuantos de Noviembre,
y estás vivo, no te quejes.
Camina firme y sonríe tú también
a cualquier transeúnte.
Ve al salón y besa a tu mujer,
zarandea a tu hijo
como si fuera en un avión
supersónico.

Emociónate con la película.



(Madrid, 2008)

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Por otra parte, agradezco muchísimo a las personas que se han preocupado por este espacio. A ese grupo pequeño pero cálido de gente que sigue este rinconcito. Lamento no tener más tiempo, aunque poco a poco.


Gracias.